viernes, 24 de julio de 2009

Sin luz


13/ 3/ 07



Sin luz

Estaba profundamente dormida, la ducha me había dejado solo con fuerzas para tirarme en la cama y cerrar los ojos.

Creo que lo que me empezó a sacar de mi sueño fue mi propio gemido, no sabía si seguía soñando o qué estaba ocurriendo, pero allí, en la oscuridad, había alguien a mi lado.
Sentía que algo se había colado dentro de mis braguitas, y que con movimientos de vaivén me acariciaba lentamente. Todavía sin mucha conciencia, mi mano fue al encuentro de aquello que me provocaba tanto placer, y me encontré agarrando una mano mucho más grande que la mía. De repente , uno de sus dedos me penetró. Ahí creo que desperté e instintivamente quise apartarle, pero él me agarró con una sola mano y lo impidió. Quise buscar a oscuras su rostro, pero mi visitante tenía otros planes para mi.

Sujetándome las manos por encima de la cabeza con una sola de las suyas, subió con la otra la insignificante camiseta q yo llevaba, para después volver a bajar hasta mi entrepierna. Entonces sentí sus labios sobre mis pezones, su lengua…su aliento. No entendía nada, pero la excitación que sentía era tan grande que me quedé totalmente a su merced. “¡¿Quién es?!” Me daba igual, solo deseaba seguir.

Mis ojos ya acostumbrados a la oscuridad le vieron arrodillarse a mi lado, y cogiéndome las manos, me indicó que ahora era mi turno. Estaba completamente desnudo, y consciente de que yo, ya era suya.

Empecé a acariciar su polla, que como él, era de dimensiones considerables, y no pude evitar imaginármela dentro de mi. Me fui incorporando hasta quedar de rodillas frente a él, y entonces agarró mi rostro con las dos manos, e introduciendo los dedos entre mi pelo hasta la nuca se acercó a mi boca; mientras yo, no paraba de tocarle. Quise besarle pero se apartó, solo rozó con su lengua mis labios, y bajando mi cabeza me invitó a besar otra parte de su cuerpo. Abrí la boca, sin saber muy bien por qué estaba haciendo eso, y él, poco a poco, fue introduciéndola toda dentro, con las manos aún en la nuca. Creí que me iba a ahogar, “¡demasiado grande!”, pensé, pero ahí permaneció, dentro, sin moverse durante unos segundos.
Entonces comenzó a entrar y a salir de mi boca, cada vez más rápido, y sentí su excitación. Cada vez cabía más, y decidí que yo también quería jugar. Pasé mi lengua por todo su sexo, recreándome en la punta, haciéndole arder en deseos de volver a estar dentro. Y así me lo hizo saber cuando ya no aguantó más, metiéndomela otra vez en la boca. Y volví a sentir su mano una vez más entre mis piernas, pero ahora no era solo uno de sus dedos lo que me penetraba.

Tan rápido que no sé cómo pasó, me encontré de rodillas aún pero de cara a la pared, con las manos y mi cabeza inclinadas y apoyadas, y él…detrás de mi. Me bajó las bragas, y entonces le sentí dentro, tan dentro…

Una mano sobre mi pecho y la otra en mi cintura, controlando el ritmo, rápido, muy rápido. La mano de la cintura me rodeó uno de los muslos hasta tocar mi ingle y con la otra apoyado en mi hombro, me inclinó mas aún. Entonces me agarró fuerte y la sentí toda dentro de mi; creí enloquecer, me faltaba el aire.

Noté su pecho sobre mi espalda, y su cara al lado de la mía, y al girar mi cabeza pude besarle por primera vez. Entonces me corrí, y cuando él supo terminado mi orgasmo la sacó para volver a ofrecérmela en la boca, más húmeda que nunca.
La agarré con una mano y mientras le masturbaba mi lengua y mis labios hacían el resto. Cogí una de sus manos y la puse sobre mi cabeza, haciéndole saber que si quería, podía ir indicándome. Esta vez entró más fácilmente, y entera, y noté como sus manos apretaban mi cabeza contra su entrepierna levemente. Comencé a moverme, primero suave, para luego ir acelerando cada vez más, y escuchar su respiración cada vez más agitada. En ese momento empezó a contraerse dentro de mi boca, y supe que iba a terminar. Adiviné que iba a sacarla pero entonces yo le agarré por la cintura y seguí moviendo la cabeza sin dejar que se apartara. Seguí su ritmo frenético un poco más y finalmente sentí como se corría. Su semen era abundante en mi boca, así que tragué lo que pude mientras permanecía aún dentro, y el resto iba cayendo entre mis labios.

Cayó de espaldas en la cama y en ese instante quise saber “quién”, pero antes de que pudiera encender la luz, y adivinando mi pensamiento, me agarró y dijo:
“¿No prefieres preguntártelo una vez más?”

Y me quedé a oscuras… “una vez más”.