domingo, 29 de julio de 2012

El sabor del metal sobre la lengua dormida.

Me he roto, después de pedir paz, y de que ésta se me concediera en forma de ternura, estoy rota. Mis pasos me llevan en una dirección, y mi corazón implora por hacer aquello que destruiría mi sosiego, aquello que aún sin él, alzaría tan alto los latidos que mi pecho encierra, que volvería a sentir el refulgir de unas manos sobre mi cuerpo. Mi piel yace dormida hace tiempo, no tiembla, no palpita. En la tranquilidad encontré la comodidad de un lugar que no había conocido hasta ahora, pero abandoné a su suerte el trémulo placer del fuego, pensando que podía prescindir de él, y ahora viene para atormentarme, golpeando las paredes, hoy frágiles, de este lugar tan recientemente hallado. ¿Dónde has estado? ¿Por qué no has venido antes junto a mi? ¿Acaso esta paz que he tenido era imposible encontrarla junto a ti? ¿Quizás sea mi calma el precio a pagar para volver a sentirte entre mis piernas? Pasión cruel, decoloras mi sonrisa porque solo puedo mirarte desde lejos, y sentir la presencia de tu ausencia. Te imagino vagar por mis esquinas, subiendo como enredadera desde mis tobillos hasta los muslos, dejando un suave aliento, sin tocar, cerca de la humedad que alimentas. Te haces soga en mi cintura, lengua en mis pechos y aire en mis lóbulos, para después, sentir como mi cuello se presta a la tentación de tus mordiscos. Me abandono para que extraigas de mi cuanto desees hacia el paladar de las sombras que hoy nos envuelven. En esta locura que desorienta mi propósito, consigo atrapar tu cuerpo entre mis piernas, y hacer de tu pelo prisión para mis dedos temblorosos. Busco con mis labios tu cercanía, y te dejo entrar en mi escondite, para formar a la luz tenue de la vela, sombras dantescas de un monstruo de dos cabezas. Las lenguas luchan por conocer el sabor del otro, las manos de ciego adivinan las formas al tacto del cuerpo ajeno, y entre jadeos y gemidos, tu sangre y la mía se han mezclado en nuestros besos. La prisión de tus manos en mis muñecas es la libertad más deseada de todas. Me haces girar para así recostar tu pecho en mi espalda, oriento una mano hacia tu cuerpo, mi palma se deja deslizar donde la espalda pierde su nombre, y a la vuelta de tus colmillos en mi cuello, mis manos se hacen garras de deseo. Bajas por mi ombligo, subes por mis senos, y los violines tocan hasta que las cuerdas arden, hasta que olvidamos de qué estamos hechos. Y sentados uno frente al otro, uno sobre otro, cruzando extremidades que presionan dos latidos ahora cercanos, usas una mano entre mis pechos para alejar mi torso levemente de ti, mientras continúas marcando el ritmo que cabalgo. Te miro fijamente, y me pierdo en el color de tus ojos intensos, y el volcán de los deseos estalla febrilmente para unirnos de nuevo, boca con boca, muerdo tus labios, lento. Y en la quietud de la postura, nos quedamos toda la noche reconociéndonos. Suspendida tras el sueño, solo quedan las sábanas vacías de ti que arrugo entre mis dedos.Y sobre la tela, manchas rojas, que me hacen dudar si todo ha sido imaginado, aun teniendo aun el sabor de tu sangre sobre mi lengua. http://www.youtube.com/watch?v=zKCb4t_gH0o&feature=related