martes, 21 de abril de 2009

Sin ganas de...


Cansada de mi ausente vida sexual, de mi falta de lívido, de acordarme de ti y de saber que seguro tú ya disfrutas entre las piernas de otra, decidí masturbarme. Y quiero aclarar que lo "dicidí", porque normalmente no es un acto a priori, ya que siempre lo llevo a cabo tras sentir que estoy....¿caliente? Sí, exacto, y en esta ocasión, y supongo que por la falta de cama compartida...mis ganas eran casi inexistentes.

Pero esta vez tenía algo nuevo, algo había cambiado. La otra noche besé a otro, le deseaba tanto que dejaste de estar, desapareciste, y él era el centro de todos mis sentidos, de toda mi pasión.
No terminamos en la cama, y bueno, los motivos fueron varios, pero ninguno la falta de ganas que teníamos, más bien fue una tregua. Pero descuida, ya hemos quedado para acabar lo que empezamos, y estoy esperando que ocurra ansiosamente.

Pues como te iba contando, estaba pensando en él, en sus besos, sus manos en mis muslos, entre mis piernas...su lengua en mi cuello...perfecto para excitarme al máximo y sin embargo no ocurría. Y ahí DECIDÍ que tenía que hacerlo y que le debía a mi cuerpo el intentarlo, que el pobre no lo está pasando muy bien desde el ayuno al que lo tengo somentido.

Empecé a imaginar como me gustaría que pasara... Me desnuda mientras siento su aliento en mi cuello, voy paseando con mis manos su increible cuerpo, terso y suave... Sus brazos rodeándome y su lengua en la mía. Me tumba sobre la cama y él se coloca entre mis piernas, y de rodillas, mirándome, empieza a masturbarme con su mano, que antes humedecía entre mis labios. Poco a poco se va inclinando sobre mi y recorriendo con su lengua mi boca, mi cuello, mis pechos. Me mira, y le veo disfrutar de mi placer... y entonces, empiezo yo a sentir que estoy ardiendo, febril.
Me muero por tocarle, por ser yo quien le haga estremecer, pero esta vez por no ser tú, él desea centrarse un poco más en mi, y por eso mismo, aun le deseo más y más...hasta perder totalmente el control. Nuestros cuerpos son una mezcla de sudor y jadeos donde hasta la propia piel es la del otro. Y entonces le siento dentro, empezamos a movernos y noto el calor y como se dilata en mi interior. El ritmo es perfecto, siento su olor, su sabor... Abro los ojos, él y no tú es quien está sobre mi, mirándome, somos uno. Y en ese uno llega el éxtasis... de los mejores que en mucho tiempo he tenido.


Me sorprendo a mi misma sonriendo en mi cama, con la felicidad del que ha conseguido más de lo que esperaba tras un esfuerzo inicial que poca esperanza daba, y por supuesto, con mi mano entre las piernas aun. La sonrisa se vuelve risa y luego calma. Ahora sigo sonriendo ¿Sabes por qué? Porque ahora te lo cuento, pero tú nunca estuviste ahí, no pasaste por mi mente, y cuando me corrí, me sentí libre por primera vez en mucho tiempo.

Moraleja, si lo sé, me masturbo antes!!!

No hay comentarios: